El Costo Del Imperio Asiático La Capacitación Colonial De Las Islas Filipinas Bajo Dominio Español, 1565

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La huella de España en Filipinas es tan grande que el nombre del país insular procede del nombre del rey de España Felipe II. Así, Filipinas perteneció al imperio español desde 1565 hasta 1898. Sin metales preciosos y sin condimentas, el gran valor del archipiélago filipino se encontraba en su situación geoestratégica. Tras varios años de mantenerse en las Visayas (en las islas de Cebú y Panay), en 1571 los españoles trasladaron su centro neurálgico a la bahía de Manila, en la costa suroccidental de la gran isla de Luzón. Como muestran las fuentes de la temporada, la resolución de Legazpi para establecer la capital filipina en Manila estuvo alentada por su cercanía con la costa china. Desde entonces, una cantidad enorme de sangleyes (término con el que se designaba a los chinos de Manila) empezaron a llegar procedentes de las costas del imperio Ming.

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Debido a su distancia de España, el gobierno español asignó el gobierno de Manila y el gobierno al Virreinato de Novedosa España durante 2 siglos y medio. La evangelización y el comercio formaron el núcleo de lazos intercontinentales entre Asia y América que se materializaron con el comercio de galeones de Manila-Acapulco. Para finalizar, hay que mencionar que Filipinas dejó de ser una colonia de españa hasta principios del siglo XX. En esa fecha, USA tomó el control y aquel país asiático logró su independencia en 1946. A fines del siglo XIX España libera sus últimas peleas con el propósito de preservar sus colonias.

Fueron los portugueses quienes triunfaron la competencia en el momento en que han tomado el control de la ruta del Cabo de Buena Promesa hasta la India y en 1511 conquistaron Malaca, uno de los puertos fundamentales del sureste de Asia, donde confluían los mercaderes indios, chinos, árabes y malayos. El control de Malaca permitiría a Antonio de Abreu (ca. 1480-ca. 1514) y a Francisco Serrão (¿?-1521) tomar posesión de las Molucas representando a Portugal en 1512. La atención a la historia colonial de las islas Filipinas en España fué incesante pero muy limitada durante el largo siglo que media desde la disolución del imperio insular español del ochocientos y nuestros días. Si la últimamente desaparecida profesora Lourdes Díaz-Trechuelo fue la referencia obligada durante toda la segunda mitad del siglo XX, otros nuevos especialistas fueron llegando en sus décadas finales a este espacio descuidado por la historiografía española, auténtica cenicienta del americanismo hispano. Los últimos en incorporarse a la tarea han sido los miembros de un aparato de investigación que incluía singularmente a Josep María Delgado, Josep María Fradera y Luis Alonso, profesores los 2 primeros de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y el segundo de la Universidade da Coruña.

Allí se forjó tanto la evangelización de Filipinas como intercambios vegetales, lingüísticos y culturales. Con ello la compañía de Colón también alcanzó su objetivo, la de producir un punto de conexión entre oriente y occidente. A lo largo de diversos instantes de su historia, el territorio asimismo englobó las islas de Ternate y Tidore , el norte de la isla de Taiwán , Borneo, la provincia de Papúa Occidental , un protectorado sobre Camboya, varios atolones e islas de la Melanesia y la Polinesia y también tuvo derechos de asentamientos en territorios del imperio portugués en Asia bajo la Casa de Austria.

En el momento en que en 1622 Jerónimo Guerrero, un militar retirado, fundó un centro de acogida masculino en Manila para albergar a pequeños huérfanos españoles indigentes y mestizos, las autoridades del archipiélago parecieron tener bien claro el futuro castrense de los internos (APDNSR, SJL, t. 1, doc. 1; AGI, Filipinas 7, ramo 5, núm. 68, p. 1). Ese año alojaba a 50 tipos entre los 10 y los 18 años de edad (García-Abásolo, 2000, p. 203). Era un centro de enseñanza elemental donde se les instruía en la doctrina cristiana13 mientras aprendían a leer y redactar, y, cuando estaban adelantados, eran mandados al Instituto de Santurrón Tomás, y más allá de que se fundó de forma exclusiva para huérfanos de español, transcurrido el tiempo recibió a “indios” y mestizos de sangley (Ferrando, 1870, partido popular. 434 y 437).

• Y es que el orden colonial de España había comenzado a desmoronarse y con él el contacto entre sus dominios.

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Las medidas incluyen un toque de queda nocturno en Melbourne a lo largo de las próximas seis semanas, y el cierre de los negocios y empresas no esenciales, así como una prohibición de bodas. Los que no respetan el toque de queda son pasibles de una multa de 1,652 dólares estadounidenses australianos (unos 1,175 dólares americanos). El gobierno cree que esas medidas evitarán que un millón de personas concurran a sus puestos de trabajos. Se embarcaron en el puerto de Cavite con el padre Tomás Cardeñoso el 7 de agosto de 1667. Tras llegar a México, el padre San Vitores escribió a marqués de Mancera para anunciarle su llegada y solicitarle aquellos recursos necesarios.

La Capitanía General de Filipinas fue gobernada por el Virreinato de Novedosa España hasta la Independencia de México en 1821, con el que rompió todo contacto. Gracias a esto, el gobierno de la Capitanía pasó a ser administrado por el Gobierno de La capital española. Durante este periodo de tiempo se crearon numerosas ciudades y se creó infraestructura, introduciéndose múltiples cultivos y ganados. El comerció floreció fuertemente y los misioneros españoles cristianizaron a la mayoría de la población y fundaron escuelas, universidades y centros de salud por todas las islas. Tras esto abandonaron la isla y partieron en búsqueda de las supuestas islas indicadas por algunas cartas marinas al oeste de Pascua.

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Un destacamento queda en una isla de las Filipinas y por prácticamente un año los resisten los ataques sistemáticos y no se rinden. Los insurgentes y la población les dicen que España ya se rindió, pero ellos no dan crédito a esa información. Como la condición de espiritual impedía colgarle a De Urdaneta el nombramiento de capitán de la misión, el virrey Velasco pensó en un amigo de el, español guipuzcoano, que tenía nombramiento de escribano, había sido alcalde mayor de la ciudad y funcionario del cabildo; tenía cincuenta años —a Velasco no le interesaba la fuerza sino más bien la maña— y llevaba ahora 29 de ellos en la Nueva España.

Es por ello que la ruta del Galeón de Manila fue indispensable para el enriquecimiento de las arcas españolas, merced al comercio de piezas exóticas orientales, tan en boga en Occidente en esa temporada. Si bien la existencia de niños embarcados como soldados se constata desde 1575 en la flota de Francisco de Sande, ya que entre la tripulación viajaba su hermano Bernardino, de 16 años, “que solamente sabe escribir, pero es bueno para las armas” (García-Abásolo, 1997, p. 150). La “entrada” era una técnica militar española que consistía en arrancar una avanzada de destrucción masiva, que en la documentación de la temporada aparece descrita como ataques contra las ciudades a “sangre y fuego”; se refiere a una guerra despiadada y de destrucción sin cuartel. Por real cédula de 25 de enero de 1569, se estableció el Tribunal del Santo Oficio en México con jurisdicción sobre las audiencias de México, Guatemala y Nueva Galicia, y sobre el arzobispado de México y obispados de Tlaxcala, Michoacán, Oaxaca, Yucatán, Guatemala, Veracruz, Chiapas, Honduras, Nicaragua y Filipinas. Si bien pasaron múltiples años para el ascenso del comisario en las islas, el primer obispo de Manila, el dominico fray Domingo de Salazar, al llegar a la capital en 1582, fundó la Inquisición con un fiscal y sus ministros (Medina, 1899, partido popular. 15, y 23).

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